Jenni Rivera, la fuerza reinante de la música banda mexicana, tiene una historia que parecería haber salido de la imaginación hiperactiva de un guionista de Hollywood. Pero no fue así. Como hija de dos migrantes mexicanos, Jenni Rivera creció en Long Beach, California, en un hogar donde no se le permitía escuchar música en inglés. Sus hermanos y padre, dueño de la disquera Cintas Acuario, ponían música banda, norteña, y ranchera, lo que tendría una influencia importantísima en su sonido. A los 15 años se embarazó por primera vez, pero siguió estudiando hasta conseguir su GED y graduarse con las mejores calificaciones. Tuvo tres hijos con su primer marido, del cual se divorció después de haberse enfrentado a asuntos de violencia doméstica (su exmarido fue condenado por haber abusado sexualmente de su hija Chiquis, así como de Rosie, la hermana de Jenni). Y esto es solo el principio de la historia.
Si bien la vida de Rivera estuvo llena de conflicto (porque lo estuvo) esto fue instrumental para su forma de escribir canciones. Sus temas, arrancados del dolor de la vida real, resonarían con un público estadounidense de millones de personas. Rivera fue prolífica, grabando 20 discos y vendiendo más de 15 millones de copias a lo largo de su carrera – aún cuando editó su primer álbum ya entrada en sus veintes. Gracias a su música y a su rigurosa personalidad, empezaría a ser conocida como “la Diva de la Banda,” y como intérprete, rompería con todas las expectativas de una mujer en una industria tan machista.
Sin embargo, fuera de sus fans y su estatus de artista de culto, el nombre de Jenni Rivera no resulta tan familiar. ¿Por qué no es tan conocida fuera de las familias mexicano-estadounidenses como lo es, digamos, Selena? ¿Y por qué acaba de surgir un interés por documentar la vida increíblemente ilustre y triunfal de Rivera?
A primera vista parecería que las dos mujeres podrían ocupar el mismo espacio en la cultura pop latinoamericana: Selena y Jenni Rivera son estrellas pop mexicano-estadounidenses, conmemoradas como divas. También están conectadas de varias formas. Ambas elevaron la figura femenina de ser sólo un objeto – lugar que tradicionalmente ocupa en géneros musicales como los narcocorridos y la Tejana— a ser personas, a través de sus interpretaciones progresistas y letras poderosas. Ambas eran mujeres aterrizadas, artífices de su propio éxito, aún siendo famosas. Como resalta ABC, ambas encontraron a un mentor en sus padres, que las impulsaron a perseguir una carrera musical. Siniestramente, al momento de sus respectivas muertes, tanto Selena como Rivera estaban trabajando en sus álbumes híbridos en inglés.
Pero también hay diferencias importantes entre Selena y Rivera. Ellas crecieron en lugares sumamente diferentes – Jenni en California, Selena en el sur de Texas – y se especializaron en géneros musicales distintos. Selena era mexicana-estadounidense de tercera generación y hablaba principalmente inglés (aunque no en sus canciones); Jenni Rivera, de primera generación, hablaba ambos idiomas de manera fluida y cantaba predominantemente en español. Sus carreras tampoco se traslaparon. Selena falleció en 1995, el mismo año en que Rivera sacó su primer álbum, La Chacalosa.
Y mientras que Selena fue un poco una estrella infantil (su papá la sacó de la escuela en segundo de secundaria debido a su floreciente carrera musical), Jenni comenzó a dedicarse profesionalmente a la música mucho después. Durante la década de los 90, Rivera grabó música principalmente como un hobby mientras trabajaba como agente de bienes raíces; ella había obtenido una licenciatura en administración de empresas en 1991. No fue sino hasta el final de los noventa que Rivera se empezó a tomar en serio su carrera como cantante, según contó en 2011 en una larga entrevista con Billboard (aún cuando su padre trató de convencerla de hacerlo antes).
Hacer que su carrera despegara fue complicado, pero los obstáculos sólo parecían alentarla. Su primer sencillo “Las Malandrinas” fue vetado de la radio tanto en EEUU como en México y, en una ocasión, un locutor le aventó a la cara su C.D. Nada de esto parecía afectarla. “Cuando empecé a tener tantos haters y se me empezaron a cerrar tantas puertas, decidí mostrarles a todos que podía lograrlo,” le dijo a Billboard.
Después, Rivera se empeñó en demostrar algo más: que podía convertirse en una estrella fuera de México. Y estaba muy bien encaminada. Para 2012, era por mucho la artista más popular en las listas regionales mexicanas. No sólo era juez en La Voz México y protagonista de su popular programa reality I Love Jenni, sino que también iba a protagonizar su propio sitcom en ABC. Sus aspiraciones a futuro incluían ampliar su imperio comercial, que ya incluía cosméticos y jeans, al sacar su propia línea de tequila y conseguir una residencia en una de las propiedades de MGM en Las Vegas.
Sin embargo, también en 2012, estando a bordo de un avión que iba de Monterrey a Toluca, Rivera y seis otras personas fallecieron cuando dicho avión se estrelló cerca de Iturbide, Nuevo León. Tenía 43 años. Es difícil exagerar lo impactante que fue la muerte de Rivera para sus fans.
Es macabro, pero la forma en que ambas murieron podría ser un factor para las diferencias en sus legados. Rivera murió en un accidente aéreo, una tragedia provocada por el azar. Selena fue infamemente asesinada por su amiga, ex-confidente y presidente de su club de fans, Yolanda Saldívar. Los crímenes pasionales y las muertes misteriosas han tenido, históricamente, un extraño poder para martirizar a los músicos en el imaginario colectivo. Gente como Kurt Cobain, Notorious B.I.G. y Janis Joplin tienen legados que se han mantenido mejor en su muerte de lo que fueron en vida.
Aún cuando los Quintanilla son muy protectores de cómo se retrata a Selena, aprovechan todas las oportunidades posibles para inmortalizarla. En 2015, los Quintanilla anunciaron que iban a fondear colectivamente un holograma de Selena que “sacaría nuevas canciones y videos” y “colaboraría con artistas populares del momento” para una gira que se planea para 2018. Hace poco, el museo Madame Tussauds de Hollywood develó una figura de cera de Selena, con lentejuelas y todo, respondiendo a una petición de sus fans, que querían que fuera incluída (la familia aprovechó para sacar un track póstumo de Selena, que no había sido grabado profesionalmente, también como respuesta a las peticiones de los fans).
Mientras tanto, la familia de Rivera ha optado por mantener sus múltiples inversiones y empresas, abriendo una boutique con su nombre y un refugio para mujeres llamado Jenni’s Refuge, además de estar trabajando en una biopic (Rivera también tuvo su holograma en 2016, en una celebración de día de muertos en el Hollywood Forever Cemetery en Los Ángeles). Telemundo y NBC son algunas de las cadenas que planean tributos a la vida de Rivera, aunque la bio-serie de Univisión, Su Nombre Era Dolores, La Jenni Que Yo Conocí, que se estrenó el 15 de enero, fue la primera en salir al aire. Basada en un libro escrito por el amigo y socio de Rivera Pete Salgado (quien también es productor ejecutivo del programa), la serie se enfoca en el lado de Jenni (cuyo nombre completo es Jenny Dolores Rivera Saavedra) que menos se conoce, y escarba más a fondo en la adversidad que ella enfrentó al tratar de entrar a la industria.
Sin embargo, la serie ha sido motivo de conflicto. Salgado fue demandado por los Riveras en otoño de 2016, acusado de dar información sobre Rivera en su libro, así como en la serie, que había prometido no divulgar y sobre la que había firmado un acuerdo de confidencialidad. En diciembre, un juez de California decretó que el show puede salir al aire, pero que Salgado no puede revelar ninguna información sobre Rivera hasta febrero, según el Hollywood Reporter.
Luz Ramos, que interpreta el papel de Jenni en la serie, le dijo a TrackRecord que el programa no un producto salaz, sino una oportunidad para que los fans “conozcan el lado humano de Jenni y la conozcan a ella un poco mejor, mientras ríen y lloran.” Además, hay mucho en la serie para la gente que no está tan familiarizada con Jenni. “Para los que no la conocen, esta es la oportunidad de conocer a la mujer que rompió estándares, hizo historia musical y ayudó a muchísimas personas,” dijo Ramos.
Su descripción nos remite a algo que le dijo en algún momento Jenni Rivera a Billboard cuando le preguntaron sobre su calificativo de diva. “Para mucha gente, diva significa ser difícil de complacer,” dijo. “Para mí una diva es alguien que trabaja muy duro para alcanzar la cima.”
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